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LOS ABANICOS DECORADOS

El origen de los abanicos decorados a mano, complemento tan común y especial a la vez, es incierto. A pesar de ello, hay constancia de que fueron utilizados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos gracias a las representaciones artísticas de estos pueblos, donde el abanico aparece con regularidad. En Egipto, la representación más antigua que se conoce es una que simboliza un cortejo real y en el que aparecen dos esclavos con abanicos.

Los abanicos egipcios eran fijos, de gran tamaño, de plumas y largos mangos. Lo que en principio se utilizó para dar aire y espantar insectos, con el paso del tiempo se convirtió en un objeto indicativo de poder. Así, la personalización de abanicos se transformó en una actividad muy demandada y la decoración de abanicos a mano como la que realiza Abanicos Andrés Pascual, una artesanía de prestigio.

Tanto griegos como romanos utilizaron abanicos decorados a mano y prueba de ello son la citas literarias de diversos autores clásicos. En particular los griegos tenían abanicos de diversos tipos y constituían para las mujeres el emblema de la hermosura.

La tradición del abanico en China es milenaria y la leyenda atribuye su invención a la hija de un mandarín quien, durante un baile de máscaras y para mitigar el calor, agitó el antifaz cerca de su cara con mucha rapidez para no dejarse ver por los hombres presentes.

En Occidente durante la Edad Media el abanico forma parte de la liturgia cristiana empleándose para proteger la Eucaristía de los insectos y refrescar al celebrante.  En España, las primeras referencias a este accesorio son del siglo XIV y como anécdota podemos destacar un abanico de plumas que Colón ofreció a Isabel la Católica al regresar de su primer viaje a América.